Los días se nos pasan rapidísimo, casi sin darnos cuenta. Cumplimos cuatro semanas en el país, asíque nos hemos propuesto aprovecharlo bien y disfrutar esta experiencia.
Mañana nos vamos a Bere , un pueblecito a unos 20 kilómetros de Laï, y el sábado estaremos en Kélo para recoger datos de las cajas de ahorro. Nos apetece mucho, ya que es una oportunidad para poder conocer mejor la zona y los pueblecitos de la región.
Desde que llegamos no hemos salido de Laï, conocemos bien la ciudad, nos movemos bien por el mercado, hemos aprendido a conducir pese a que en ocasiones resulte complicado a causa de los animales y la arena y nos sentimos totalmente integrados con la gente de aquí. A menudo paseamos, vamos a caminos y zonas del río que descubrimos cada vez que damos una vuelta y aprovechamos para hacer algunas fotos. Ahora recordamos con risas una anécdota que nos sucedió cuando llegamos a Kélo, llevábamos un día en Chad, estábamos en casa de Carlos, y después de comer decidimos salir a dar una vuelta, pero ésta fue mucho mas corta de lo esperado, tan solo a la puerta, cuando llegamos allí, tuvimos una sensación de miedo o vergüenza ya que todo el mundo nos miraba y no sabíamos como re
Estos últimos días han sido más tranquilos, las fiestas han dejado mella en la gente. Aun así, esta semana pudimos disfrutar de una fiesta improvisada celebrada por nuestros vecinos. Al lado de nuestra puerta se juntaron varios niños, con los hierros de un viejo asiento de coche y algunas latas vacías hicimos una batería, que manejaba uno, el resto solo teníamos que bailar y cantar al grito de ¡Mama Chambo!. Parece fácil pero no lo es, es cierto eso que dicen de que “llevan el ritmo en la sangre”, hasta los más pequeños sabían moverse de maravilla, y nosotros les hacíamos mucha gracia. Apenas hablan pero se conocen perfectamente las canciones, sin duda ha sido uno de los momentos más divertidos.
La relación con los niños, indirectamente, nos hace conocer a algunas madres. Ellas son el pilar fundamental de los niños, muy importantes, supongo que como en nuestras ciudades, pero hasta que no estas un poco lejos no sabes apreciarlo. Se dedican a realizar todas las tareas de la casa, a ir al mercado, incluso muchas realizan tareas del campo también, y dado que muchos niños aquí no van a la escuela, ellas son las que deben educarles. Siempre que ves a un niño, no muy lejos, suele estar su madre también.
El domingo, pudimos disfrutar del mercado. Habíamos estado un par de veces en él, pero sin detenernos demasiado, para comprar alguna cosa que siempre se olvida y hace falta. Por fin pudimos dedicar toda la mañana a recorrerlo. Estamos impresionados, realmente hay de todo y es muy grande, cuando piensas que ya ha terminado aparece un callejón que se adentra de nuevo al mercado plagado de comercios de telas, alimentación o cualquier cosa que puedas imaginar. Merece la pena detener unos segundos la mirada en todo, llaman la atención los colores de las ropas, los olores de las muchas especias que se venden y la cantidad de gente que ves pasear. Me temo que se convertir en una visita obligada la mayoría de nuestros domingos aquí.
No nos enrollamos mas, nos despedimos hasta la semana que viene y con muchas ganas de vivir nuevas experiencias para contároslas!