De nuevo, y aprovechando el trabajo que debíamos realizar en Kélo, hemos podido pasar el fin de semana allí.
Hemos descansado y disfrutado de la compañía de varios amigos, pero también hemos tenido tiempo para poder conocer más a fondo un proyecto del que ya os hemos hablado, pero dada la importancia de éste, hemos decidido haceros parte de él en esta crónica y pediros colaboración.
Se trata del proyecto de nuestro amigo Vitorien. Cuando nos invitó a su casa por primera vez y nos dirigíamos a ella, nos quedamos impresionados con la cantidad de bares tradicionales que había en su calle, en apenas 100 metros. Él nos ha reconocido contarlos alguna vez y superar la treintena. Los llamados bares tradicionales se encuentran tanto improvisados al aire libre como en pequeñas construcciones o locales, donde las mujeres que han preparado el alcohol o bebidas tradicionales en grandes recipientes o cazuelas de metal y posteriormente lo han dejado reposar para que actúe la fermentación, venden sus bebidas. Éstas suelen ser normalmente, licor de arroz o bien cerveza casera. Ambas poseen una alta graduación. También debemos decir que el precio de una calabaza de alcohol, lugar donde se sirven estas bebidas, es de 25 francos (4 céntimos de euro), por lo que este hecho también acentúa en gran parte el problema del alcoholismo.
Por esto mismo que él lleva observando durante años, y por la cantidad de jóvenes que permanecen en estos bares desde primera hora de la mañana y hasta altas horas de la noche, decidió crear una alternativa para los adolescentes desocupados y sin apenas estudios. El objetivo del proyecto es evitar la adicción al alcohol y frenar los comportamientos de las personas que se encuentran bajo los efectos del mismo, ya que otro de los problemas existentes en el barrio es la mendicidad o la delincuencia. Los jóvenes beben durante todo el día y no desempeñan ningún trabajo, esto hace que posteriormente, durante la noche, para conseguir algo de dinero y seguir bebiendo al día siguiente, se produzcan robos o atracos, lo que conlleva también problemas con la ley, algo bastante peligroso en este país y posteriormente la degradación de los adolescentes.
Él y su amigo y pariente lejano Bartolomé, junto a algunos amigos más, crearon un grupo llamado “Espoir des jeunes” (esperanza de los jóvenes) en su mismo barrio para lograr la especialización de los jóvenes y la posterior inserción en el mundo laboral. Se trata de varios talleres donde enseñan a los chavales que lo deseen sin educación superior y mayores de 14 años, un oficio que puedan desempeñar el día de mañana. Los oficios que actualmente se están desarrollando son costura, mecánica, carpintería y albañilería, pero también se pretende añadir a estos las profesiones de soldador y zapatero. El proyecto cuenta con sus estatutos y un régimen interno con normas que todos los componentes están obligados a cumplir, además el centro cuenta con todas las licencias de apertura y el reconocimiento de las autoridades.
Como hemos dicho, existe un taller de costura, que
Posteriormente visitamos el local dedicado a la carpintería donde nos encontramos a la persona encargada de formar a los chicos y a uno de los dos aprendices que hay actualmente, dicho local ha sido construido por el grupo de albañilería y es utilizado tanto para el trabajo de la madera como para almacenar todos los instrumentos dedicados a la construcción que por el momento se han adquirido, aunque aun son necesarios algunos mas.
La actividad que cuenta con más aprendices es la de
Para la práctica de la mecánica se dispone de dos talleres, uno en el barrio y otro dentro del mercado de Kélo, cada taller está compuesto por un formador y tres aprendices. Dentro del propio barrio tuvimos la oportunidad de conocer al padre de uno de los formadores de mecánica, era un hombre bastante mayor y nos comento que había trabajado durante muchos años como mecánico en Moundou y que posteriormente vino a Kélo para trabajar como autónomo. Él fue el primer mecánico que existió en la ciudad. Tras muchos años de trabajo ha formado a sus hijos para que continúen con la profesión.
Cuando los chavales conocen bien el oficio se entrega un título y se les compran algunos materiales para que puedan empezar a desarrollar una actividad remuneratoria. En el caso de los materiales más costosos y por el momento, el propio centro de formación se encarga de comprarlos y posteriormente el alumno deberá reembolsar el importe poco a poco, aunque se pretende que en el futuro no sea necesario que el alumno lo reembolse poco a poco.
Todos, incluidos los aprendices, pertenecen al grupo y se reúnen cada viernes para evaluar las actividades, proponer ideas y pagar las cuotas. Cada miembro paga una cuota de 100 francos, lo que equivale a 0, 15 céntimos de euro semanales para la compra de material necesario y crear un fondo de solidaridad para urgencias, principalmente para cubrir reparaciones, seguir comprando material necesario, ayudar a los alumnos y cubrir gastos de éstos o de sus familiares en caso de enfermedad si no disponen de recursos y no pueden, por ejemplo, comprar medicamentos.
La idea consiste en la compra de un terreno donde se construyan varios locales que pertenezcan al grupo y evitar el pago de alquileres y poder así llegar a desarrollar todas las actividades, ya que por el momento solo son cuatro los talleres que han empezado a funcionar.
Por último, a todos aquellos que deseéis colaborar, os animamos a poner en contacto con Adane, en la dirección que aparece en el blog, y os damos las gracias anticipadamente. ¡Recordad que es Navidad!